Estás sufriendo por amor? Sientes que amas profundamente a tu pareja pero al darse ciertas situaciones ese sentimiento puede convertirse en un rechazo total, deseo de venganza e incluso un sentimiento de odio?
Te comparto parte del capitulo 9 del libro de Eckhat Tolle, El poder del Ahora, donde nos habla sobre las relaciones de Amor/ Odio, que se vuelven adictivas y de como podemos tener una relación de pareja mas iluminada.
RELACIONES
DE AMOR/ODIO
Hasta que
no entre en la frecuencia de conciencia de la presencia, todas las relaciones y
particularmente las relaciones íntimas serán profundamente defectuosas y en
últimas disfuncionales. Pueden parecer perfectas por
un tiempo,
como cuando está "enamorado", pero invariablemente esta perfección
aparente se interrumpe cuando las discusiones, los conflictos, la
insatisfacción y la violencia emocional o incluso física ocurren cada vez con mayor
frecuencia. Parece ser que la mayoría de las "relaciones amorosas" se
convierten en relaciones de amor/odio muy pronto. El amor puede convertirse
entonces en un ataque salvaje, en sentimientos de hostilidad o en el abandono
completo del afecto en un abrir y cerrar de ojos. Esto se considera normal. La
relación entonces oscila por un tiempo, unos meses o unos años, entre las
polaridades del "amor" y el odio, y le proporciona tanto placer como
dolor. No es poco común que las parejas se vuelvan adictas a esos ciclos. Su drama
los hace sentir vivos. Cuando se pierde el equilibrio entre las polaridades
positiva y negativa y los ciclos negativos, destructivos, ocurren con
frecuencia e intensidad crecientes, lo que tiende a ocurrir tarde o temprano,
no pasará mucho tiempo antes de que la relación finalmente fracase.
Puede
parecer que si usted simplemente pudiera eliminar los ciclos negativos o
destructivos, todo iría bien y la relación florecería hermosamente, pero esto
no es posible. Las polaridades son mutuamente interdependientes. Usted no puede
tener una sin la otra. Lo positivo ya contiene en sí mismo, aunque todavía sin
manifestar, lo negativo. Los dos son de hecho aspectos diferentes de la misma
disfunción. Estoy hablando aquí de lo que se llama comúnmente relaciones
románticas, no del verdadero amor, que no tiene contrario porque surge de un
lugar más allá de la mente. El amor como un estado continuo es todavía bastante
raro, tan raro como los seres humanos conscientes. Sin embargo son posibles
breves y elusivos atisbos de amor, siempre que hay una ruptura en la corriente
de la mente.
Puede manifestarse
en muchas formas: posesividad, celos, control, retraimiento y resentimiento no
manifestado, la necesidad de tener la razón, insensibilidad y enfrascamiento,
reclamos emocionales y manipulación, la necesidad de discutir, criticar, juzgar,
culpar o atacar, ira, revancha inconsciente por el dolor pasado infligido por
un padre, rabia y violencia física. En el lado contrario, usted está
"enamorado" de su pareja. Este es al principio un estado
profundamente satisfactorio. Usted se siente intensamente vivo. Su existencia
se ha vuelto repentinamente significativa porque alguien lo necesita, lo desea
y lo hace sentir especial,
y usted siente lo mismo por él o ella. Cuando están juntos, se sienten
completos. El sentimiento puede volverse tan intenso que el resto del mundo se
desvanece en la insignificancia.
Sin
embargo, puede que usted se haya dado cuenta también de que hay una cualidad de
carencia y de apego en esa intensidad. Usted se vuelve adicto a la otra
persona. Él o ella actúa sobre usted como una droga.
Usted
está en un punto alto cuando la droga está disponible, pero incluso la
posibilidad o el pensamiento de que pueda no estar ahí para usted puede
llevarlo a los celos, la posesividad, los intentos de manipulación por medio
del chantaje emocional, la inculpación y las acusaciones, el miedo a la
pérdida. Si la otra persona lo deja, esto puede hacer surgir la más intensa
hostilidad o la tristeza y la desesperación más profundas. En un instante, la
ternura amorosa puede convertirse en un ataque salvaje o en una tristeza
espantosa. ¿Dónde está el amor
ahora? ¿Puede el amor cambiar en un instante a su contrario? ¿Era amor desde un
comienzo o solamente un apego adictivo?
DE LAS
RELACIONES ADICTIVAS A LAS RELACIONES ILUMINADAS
¿Podemos
convertir una relación adictiva en una verdadera?
Sí.
Estando presentes e intensificando la presencia al prestar atención más
profundamente al Ahora: sea que usted viva solo o con una pareja, esa sigue siendo
la clave. Para que el amor florezca, la luz de su presencia debe ser lo
suficientemente fuerte para que no vuelva a ser dominado por el pensador o el
cuerpo del dolor y los confunda con quien es usted. Conocerse a sí mismo como
el Ser que hay bajo el pensador, la quietud que hay bajo el ruido mental, el
amor y la alegría que hay bajo el dolor, es libertad, salvación, iluminación.
Dejar de identificarse con el cuerpo del dolor es traer presencia al dolor y
así transmutarlo. Dejar de identificarse con el pensamiento es ser el
observador silencioso de sus pensamientos y su conducta, especialmente los
patrones repetitivos de su mente y los roles representados por el ego.
Incluso
en una relación que es adictiva en otros sentidos, puede haber momentos en los
que algo más real brilla, algo más allá de sus necesidades adictivas mutuas.
Esos son momentos en los que su mente y la de su pareja brevemente se calman y
el cuerpo del dolor está temporalmente en un estado latente. Esto puede ocurrir
a veces durante la intimidad física. O cuando los dos están presenciando el
milagro del nacimiento de un niño, o en presencia de la muerte, o cuando uno de
los dos está gravemente enfermo, cualquier cosa que vuelva la mente carente de
poder. Cuando esto ocurre, su Ser, que está habitualmente enterrado bajo la mente,
se revela y es eso lo que hace posible la verdadera comunicación.
Aunque
son posibles breves atisbos, el amor no puede florecer a menos que usted esté
permanentemente libre de la identificación con la mente y su presencia sea lo
suficientemente intensa para haber disuelto el cuerpo del dolor, o al menos
pueda permanecer presente como el observador. El cuerpo del dolor no puede
dominarlo
entonces y volverse así destructor del amor.
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